Leyendas de La Pedriza
El Cancho de los Muertos
Cuenta
la leyenda que el jefe de un grupo de bandoleros denominado “los Peseteros”
tomaronen
cautiverio a una señorita perteneciente a una familia aristocrática de Madrid
que fue su compañera
durante mucho tiempo. Un cierto día, por motivo de su profesión (bandido) hubode
ausentarse, teniendo que venir a Manzanares con toda su cuadrilla, dejando al
cuidado de la
dama y del cobijo a dos de sus secuaces, que no tardaron en intentar abusar de la encomendada
a su custodia. A tal efecto, los dos guardianes se sortearon quién sería el afortunado
en poseer el más preciado tesoro de su capitán. El que fue elegido se dirigió
al lugar
donde se encontraba la que iba a ser una víctima fácil. Cuando la dama se
percató de los propósitos
del hombre que se la acercaba, demandó auxilio. A sus gritos acudió el
compañero que
antes se sorteó la posesión. Ambos se la disputaron en una lucha en que quedó
muerto uno
de ellos. Con el regreso del jefe, tuvo noticias de lo acaecido, y ante toda su
cuadrilla,dictó
sentencia; y el vivo fue condenado a llevar el cadáver a un terreno que fuera
más apropiado
que ese lugar, encaminándose pues, a los riscos del camposanto o de los
muertos, donde
tuvo que arrojar el muerto del que fue su compañero al peñascal cercano. La
justicia al
muerto
ya estaba, quedando por decidir el castigo que éste merecía por intentar
apropiarse de lo
que a su custodia se confía. Se le otorgó la muerte y, acercándose el capitán
al reo le dio un fuerte
empujón, para enviarle a hacer compañía al cadáver que antes había arrojado. En
su caída
cogió de un pie al jefe y los dos rodaron por los canchos hasta un lugar
recóndito en que,
según
el pastor, aún blanqueaban los huesos de los tres cadáveres. Después de todo
esto la banda
se dispersó, dejando como castigo abandonada en la sierra a la causante
involuntaria de aquel
suceso. Largo tiempo anduvo desorientada la dama por entre los canchales hasta
que, un
pastor local criado en esta Sierra apodado Mielro, se acercó a encontrarla y la
condujo
hasta
Madrid devolviéndola a su familia que la creía muerta...
La Cueva de la Mora
Según
cuentan las gentes de estos alrededores, la hija más bella de un rico árabe, se
enamoró fatalmente
de un apuesto joven cristiano. Éste, al no poder corresponder a la dama, dada
la diferente
creencia de las familias, se marchó a luchar contra las legiones moras.
Secuestrada posteriormente
la mora por su propia familia como reproche a su infidelidad, fue llevada por
una
banda de bandidos a la llamada actualmente “Cueva de la Mora”, donde permaneció guarecida
durante algún tiempo. Pero hubo un bandido que entabló amistad con la dama, y prometió
ayudarla para su encuentro con su amado. Al volver el gallardo cristiano de las Cruzadas,
fue conducido por el bandido a la cárcel de su amada, pero, sorprendidos éstos, fueron
asesinados por los demás bandidos, y la dama mora se arrojó desde la cueva quitándose
la vida. Entonces, cada año, durante la fecha de su muerte, se dice que la dama vaga
como alma en pena por los canchales y riscos de la Pedriza...
El Cabrero Bautista
El
cabrero Bautista Montalvo, del pueblo de Mataelpino, relata una historia de la
que es desgraciadamente
parte interesada. Según las gentes, poco después de raptar la banda del Isidro
al hijo único de doña Braulia del Valle, y devuelto bajo pago de elevado
rescate, robaron los
bandidos al pastor su magnífica escopeta de caza y algún objeto de valor que
llevaba encima.
Asimismo le expoliaron un excelente gabán que acababa de estrenar, con el que
se guarecía
de los fríos y lluvias de la sierra. Esta prenda produjo algunas disensiones en
el seno de
la banda, y uno de sus componentes llamado Isidro el de Torrelodones, arrebató
la prenda en
cuestión y mató a su jefe de un trabucazo, que cayó muerto al pie de la cerca
de los huertos,
cuyas ruinas existen hoy al pie de la Sierra de los Porrones.
La Banda de Paco el Sastre
Corría
el año 1840 y dominaba en la Pedriza la banda de Paco el Sastre, cuyo verdadero nombre
era Francisco de Villena. Paco el Sastre fue un bandolero que compartió
fechorías con la
banda de Mariano Balseiro y cómplice y amigo de Luis Candelas, del quien fue
segundo lugarteniente.
Fue detenido el 5 de enero de 1838 e internado en la cárcel del Saladero de Madrid.
Allí coincide con su socio Balseiro fugandose ambos un año más tarde. Por aquel entonces
el Marqués de Gaviria, intendente del Palacio Real, persona inmensamente rica, tenía
dos hijos. Manuel y Paco que estudiaban en las escuelas pías de la calle de
Hortaleza, en Madrid.
Era costumbre de su padre que fueran sus hijos los fines de semana a una finca
que tenían
en Valdemoro. Un buen día, el 27 de abril, fue un falso criado con el coche de
caballos de
rigor a buscar a sendos mozuelos, invitándoles según órdenes de su padre a la
finca
familiar.
Tras cumplir los requisitos para la salida con el padre prior, partieron
engañados. De esta
forma fueron secuestrados los dos hijos del intendente, por los que luego se
pediría pingüe
rescate. Pero ocurrió que el padre prior, salió a despedirlos como era
costumbre y se dio
cuenta que el carruaje no era el mismo de otras veces y que tomaba una
dirección distinta a
la acostumbrada. Entonces el prior empezó a darse cuenta de la falsa maniobra,
y llamando al
padre de los niños se esclareció lo que pasó. Manolo y Paco fueron llevados por
los bandidos a
su campamento en La Pedriza, situado ni más ni menos que bajo el popular canto
del Tolmo.
Se
pidió un rescate por los niños, y su padre ofreció una recompensa a quien
descubriera a los bandidos.
Se hizo una batida organizada por los habitantes de los alrededores, dándose
cuenta aquellos
de las intenciones, huyendo y adentrándose en La Pedriza, dejado a los niños en
el campamento
del Tolmo, pues se habían encariñado con ellos y no querían hacerles daño, terminando
aquí la historia, que es auténtica y verídica. Pocos días después de liberados
los niños
secuestrados, son descubiertos casualmente ambos delincuentes en las
proximidades del
Rastro de Madrid y detenidos después de una espectacular persecución por las
calles de la zona.
El 20 de julio de 1839 fue ejecutado a las once y media de la mañana en un
patíbulo levantado
en La Puerta de Toledo de Madrid, media hora después que su socio Balseiro. El
verdadero
amo del Guadarrama en aquellos tiempos fue Pablo Santos, que utilizó La Pedriza como
enclave estratégico de refugio, lugar que debía conocer muy bien pues nació muy
cerca de
este paraje y siendo también el lugar en cuyas proximidades fue asesinado por
uno de sus secuaces.
Origen de La Pedriza
Cuenta
la leyenda que hace muchos años, existía una fuerte rivalidad entre la Pedriza
posterior y
la anterior. Y de esta manera un buen día se declaró la guerra entre ellas, se
armaron los riscos
y marcharon a la batalla de las dos Pedrizas. En este primer encuentro también
librado por
"Los Guerreros", con el apoyo de "Las Torres", llevó la
victoria a la Pedriza posterior, que erigió
como signo de su victoria la Peña de la Bota. Pasó el tiempo y corrieron mucho
las
manecillas
del reloj, y la Pedriza anterior que tenía cierta amargura por su derrota, fue
a la guerra
nuevamente, saliendo victoriosa de esta segunda batalla. Su signo de victoria
fue colocar
un bastión en el término de sus dominios, el cual fue el Yelmo de Mambrino. Y
para que
la paz reinara siempre en la zona, se puso una gran piedra en los límites de
ambas Pedrizas,
que se llamó el Canto del Tolmo, erigiéndose además un guardián de esa paz que
se
llamó
"El Centinela", el cual situado en lo alto del Collado de la
Dehesilla, vigila que se cumpla el
tratado acordado por las dos Pedrizas.
1 comentario:
Muy bonitas las leyendas de La Pedriza.
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